miércoles, 15 de julio de 2009

*No tengas miedo, pase lo que pase, no te fallaré.
En una película dijeron que aquello que se pierde, se pierde. Muchas veces, desde que la oí, me he quedado pensando hasta qué punto esa frase era cierta. Hay veces que perdemos algo, creemos que nunca más volveremos a recuperar y de repente un día aparece de nuevo, bajado del cielo, dispuesto en exclusiva para nosotros. Pero las cosas hay que ganárselas, ¿no? Otras veces las cosas se pierden y nunca más vuelven. Recuperar lo pasado es llamar al viento y pretender que venga. No nos corresponde a nosotros el deseo de que vuelvan, lo hemos provocado así y nos lo hemos ganado. Punto final. Y también existe aquello que creemos perder y en verdad nunca se fue. Y dentro de este grupo entran todo tipo de cosas: una amistad, una relación con algún pariente, un objeto preciado que aparece en el lugar menos pensado… Y lo sentimental, el amor. Creemos que el deseo se ha ido, que la necesidad ha desaparecido, que los sentimientos van caminando por otro camino desconocido, comienzas a sonreír más, parece que se va, se va, se va… Pero no. No se ha ido y un olor es el que te lo recuerda. Los días que mejor estás, sin que te duela levantarte de la cama, todo el universo parece conspirar contra ti: recuerdos por todos lados, su nombre en boca de todos, olores, palabras, películas, canciones. Y es entonces cuando te das cuenta de que hay cosas que crees perder y nunca pierdes.



Soy consciente de que mañana te sentiré más lejos que nunca, que a 3.300 km de distancia de ti soy aun más invisible para ti, ¿y sabes?, sé que a tanta distancia de ti, voy a seguir pensando todo lo que hasta ahora nadie ha conseguido sacarme de la cabeza, no eres perfecto, nadie lo és, no eres lo que todo el mundo querria para si mismo, eres lo que yo quiero, eres un cachito de mi, de mi vida, de mi corazón, de mi dia a dia, te siento tan dentro que ya casi eres yo.




Esta semana en la ciudad eterna... sin ti.





-LAURA!

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