miércoles, 28 de abril de 2010

Cosas que negaré haberte contado..

Quisiera decirte cómo es cuando tiembla y dice mi nombre, con todas las letras, y suena a piropo, y sabe a café, y sonríe y brilla, sólo para mí, porque nadie sabe, porque nadie entiende este mundo nuestro hecho con besos de papel y miedos pequeños que se enredan en las piernas y sonrisas que quisieran ser abrazos. Quisiera contarte, desde esta ventana, a la que se asoma sin verme los ojos, cómo es primavera si está a mi lado, cómo me descubro siguiendo sus pasos, cómo soy la cómplice de esta luz que alegra los días, los meses, los cajones, las palabras que nos regalamos, y escondemos, y rompemos… Quisiera decirte cómo es de bonito sentirme a su lado y escuchar su voz, cercana y amiga, saberme esperada, saberme querida, aún en la distancia de años y años sin saber que estaba, sin saber quien era… Mirar el reloj, escuchar atenta sus pasos serenos, mirar la sonrisa, retenerla acaso y detener el tiempo. Luego, recordarla en silencio, ya de madrugada, y convertirla en versos… Quisiera decirte cómo le echo de menos, cómo no se aparta de mi pensamiento y se queda quieto, enredado en mis párpados, en ese momento, de creer en las hadas, entre la vigilia y el sueño. Te podría hablar, si no fuera un secreto, de sus manos tibias que sólo rocé un momento, y de todo el miedo, como un muro de piedra que obliga al silencio. Pero la memoria no calla, recuerda, como yo recuerdo todas las palabras…, las leo y releo, temblando y sonriendo, tarareo canciones que, a través del tiempo, nos dibujan y dibujan este clandestino y sin embargo inocente sentimiento. Ese miedo que nos deja sin aliento, que nos calla y nos detiene, que nos aleja a veces, que nos une sin remedio, que nos persigue y nos muerde… Quisiera contarte cómo es ese miedo, pero se me escapa, porque lo custodia, vigila y protege, no lo deja fuera, lo esconde, lo aleja…, y en un arrebato de luz en sus ojos, cuando nadie mira, yo leo en sus labios que me dice «guapa», y tiemblo, y sonrío, y digo su nombre, todo con mayúsculas, sin punto al final, sonando a «te quiero». Quisiera contarte, desde esta ventana, el olor a limpio de su cortesía cuando empuja puertas y paso delante, cuando, en un susurro, le siento mirarme, le dejo instalarse en un rincón antiguo que tiene mi alma y que sólo es mío, y que ahora es nuestro… Me veo en sus ojos como en un espejo, y no soy la misma que tú conocías, me siento tan niña, tan joven, tan embelesada, tan llena de vida… Quisiera decirte qué es esto y no puedo… Como en un susurro, tan cerca y tan lejos, escucho su voz…, «mi niña».

Tu nombre suena a «te quiero».

miércoles, 14 de abril de 2010

Aunque tú no lo sepas





Como la luz de un sueño, que no raya en el mundo pero existe, así he vivido yo iluminado esa parte de ti que no conoces, la vida que has llevado junto a mis pensamientos... Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto cruzar la puerta sin decir que no, pedirme un cenicero, curiosear los libros, responder al deseo de mis labios con tus labios de whisky, seguir mis pasos hasta el dormitorio. También hemos hablado en la cama, sin prisa, muchas tardes esta cama de amor que no conoces, la misma que se queda fría cuanto te marchas. Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo, hicimos mil proyectos, paseamos por todas las ciudades que te gustan, recordamos canciones, elegimos renuncias, aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento. Espiada a la sombra de tu horario o en la noche de un bar por mi sorpresa. Así he vivido yo, como la luz del sueño que no recuerdas cuando te despiertas.






Luis García Montero.

martes, 6 de abril de 2010


Aún no descifro qué es... pero tienes algo que me atrae. ¿Cómo lo haces? Me siento polilla. Aunque sepa que me puedo quemar... me acerco, te busco y de nuevo me encuentro frente a mi ordenador, con un archivo en blanco que voy llenando de ti. Se expande y contrae el universo de los contratiempos. Tengo libros pendientes sobre la mesa, un cuadro a medio pintar y ropa acumulada en la silla... pero sólo pienso un "qué pena que mis manos no puedan atravesar la distancia para acariciar y dar esa energía que dices que te falta".Pienso en ti y se me antoja imaginarte con una sonrisa al escucharme decir todo esto. Qué imbécil debo ser ¿no? Y sin embargo, ya ves, aquí sigo escribiendo, como si pretendiese alisar las arrugas de la vida.




Y aunque me duela admitirlo, te quiero.
L.