sábado, 6 de febrero de 2010

La incoherencia pierde sus limites...

Solo la música me da lo que no tengo.


Ella es pequeña, tan diminuta... más que una gota. Su corazón es tan grande que nunca entiende cómo puede caber en ella. En él guarda algunos recuerdos ya viejos, con motas de polvo, que prefiere no tocar pero a veces reaparecen en su mente como estrellas fugaces, provocando pinchazos en el corazón y congelando su Alma. También guarda nombres de personas que no quiere recordar y otros nombres que tatúa cada mañana en su piel para no borrarlos nunca de su vida. Guarda canciones, palabras que han marcado en sus días y noches. Gritos, silencio, dolor, y lágrimas, muchísimas lágrimas. No cree en el tiempo, ni en la religión, ni en la suerte; solamente en los sueños. Detesta la superioridad sexual y racial, la superficialidad, la hipocresía, la televisión. Ama las mujeres tanto como a los hombres, la locura, las tostadas de mantequilla por las mañanas, los animales y las letras. Es fría como el hielo y su chasquido tan tremendo al romperse en mil pedazos en el suelo es ensordecedor, a pesar de que nadie quiera oírlo. Compone su vida mentira a mentira, pues para ella no existe la verdad, tan sólo diferentes formas de interpretar la realidad.





Laura.

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